jueves, 6 de noviembre de 2014

YO TENGO UN ÁNGEL, de TEGO CALDERÓN - Marcelo López

INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE N° 99 “ALMAFUERTE”
PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN  BIOLOGÍA (Resol.: 28/03)
PERSPECTIVA FILOSÓFICO-PEDAGÓGICA II
Profesor: ERNESTO RANDAZZO
Alumno: MARCELO LÓPEZ
Ciclo Lectivo: 2014

INTERPRETACIÓN PERSONAL DEL POEMA
YO TENGO UN ÁNGEL, de TEGO CALDERÓN

POEMA

Yo tengo un ángel
que me protege de los envidiosos
Y ese ángel me protege y no le importa si yo soy un vicioso
yo tengo un ángel que siempre está detrás de mí
y un ejército de guerreros
y ese ángel me protege
de los que no son sinceros

Comienzo el drama me levanto de la cama
me cepillo los dientes y miro el sol salir,
Prendo una vela con mucha cautela
y afuera escucho el barrio sin saber quién va a morir
y es que el destino no está escrito
lo escribimos nosotros
a nosotros nos toca el destino escribir
y aunque la vida este dura y el gobierno lo empeore
a nosotros nos toca decidir

Hay días en que yo cruzo el barrio
en pleno tiroteo el va detrás de mí,
si me aborrezco a veces de estar vivo
y pierdo la esperanza el va detrás de mi
si me confundo y pierdo la fe
a medio caminar el ángel me dice a mí
levántate de la cama
ve y enfréntate a la vida
porque tú naciste
pa sobrevivir

Y les confieso que lo antes escrito en este verso
Es el relato del dolor que me querían partir los huesos
como todo ser humano he tenido mis tropiezos
pero el ángel me acompaña aun que no me quede un peso,
su protección no tiene precio
más allá de lo real, espiritual, sé que no me va a fallar
el me ha visto reír pero también llorar
cada cual con su ángel, con su forma de bregar

Mi madre siempre me decía que yo tenía un ángel
Oye, que siempre me estaba protegiendo
y ahora me doy cuenta que es verdad
yo no soy el único, todo el mundo tiene un ángel
detrás de él, lo que tiene es que conocerlo
y echar pa’lante la vida.

REFLEXIÓN

Es la guerra. Una guerra que quién sabe cuándo comenzó pero que sabemos que adquiere alguna relevancia cuando alguna víctima pertenece a la clase media, ni hablar si es famosa.

Una guerra donde caen muertos y más muertos. Pobres y jóvenes condición para morir por las balas de otros pobres y jóvenes. Una guerra promovida por la obscenidad e idiotez del consumo. Guerra que ni un Ángel puede parar.  ¿Pero a quién recurrir?

Caminar, salir a trabajar, ir a estudiar se puede convertir en una tragedia donde parece que sólo algo sobrenatural puede ayudar a sobrevivirlo.

La tragedia, como si fuera poco, no termina allí. ¿Acaso el Ángel no debería proteger también a quien aprieta el gatillo o hinca el puñal, que al tiempo de hacerlo desciende a mismísimo  subsuelo de la condición humana? ¿O acaso ya está en él y sólo es su carta su presentación?

La doble tragedia multiplicada por cada madre, padre, hermanos, hijos, abuelos habría que sumarle las cuentas que nadie quiere hacer: “¿cuántos litros de sangre derramados?”, “¿Cuantos años que no serán vividos?” “¿Cuánto amor sin ejercer?”.*

“Nosotros vemos las noticias, escuchamos de un vecino los relatos de la guerra y sin más, untamos la manteca en el pan y seguimos con la vida”*. Hasta que la desgracia nos toca a la puerta y otro mira las noticias, escucha a un vecino nuestro drama, unta la manteca en el pan y sigue su vida.

“Yo tengo un ángel que me protege de los envidiosos”, dice la primera estrofa. ¿Envidia a qué? Uno puede suponer a las “llantas” caras, a los coches millonarios, a las casas fastuosas pero ¿qué pibe de barrio tiene eso? No son las cosas en sí sino la facilidad con que se presenta el poder conseguirlas.
Sigue la estrofa: “Yo tengo un ángel que siempre está siempre detrás de mí
Y un ejército de guerreros”. Es decir que con el Ángel no basta. Es el Ángel y un ejército. ¡Pavada de seguridad se necesita para caminar por nuestros barrios!

El drama comienza con las cosas simples  de la vida (“me levanto de la cama, me cepillo los dientes y miro el sol salir”) tomar consciencia que el destino que propone escribir puede terminar ese mismo día. Esa ambivalencia de esperanza y desazón por igual.

Hay que salir en “pleno tiroteo”, no podemos evitarlo, hay que salir. Es y no es una metáfora. El tiroteo es de balas de plomo que no perdonan, pero hay más. También son el hambre, la miseria, el frío, el barro, la prepotencia policial, la soberbia docente, el comerciante que lo vuelve sospechoso, la burocracia estatal, la mentira como paradigma, el tizne de la pava, los labios paspados, las medias rotas, los abusos de todo tipo, etc. y aunque parezca totalmente opuesto, antagónico: las fiestas de la farándula, la plata y la fama fácil, la corrupción gubernamental y empresarial, la impunidad verbal en los medios de comunicación, los casinos, los autos lujoso, las mansiones inútiles y la infinita lista de la obscenidad del consumo. Las balas que se disparan antes de las balas.

Cabe preguntarse si no estamos equivocados ¿será que debemos enseñar a nuestros hijos a matar, robar, a conseguir las comodidades a cualquier precio? ¿No es mejor ver a un hijo preso que en un cajón? No. Es una falsa disyuntiva. O ¿no? ¿Sí o no? Ya no lo sé.

Amigos habrá muchos pero, “él es su compañero”. La necesidad de sentirse con fuerzas para enfrentar la realidad  tratando de seguir contracorriente. No hay otra alternativa para quien optó o no vio otra posibilidad que laburar, estudiar y tratar vivir bien sin joder a nadie. Quizás es insuficiente. Tal vez hay que joder a quienes nos joden. Se sentirán ofendidos, agredidos, atacados, amenazados. ¿Pero quiénes son? Para mi serán unos, para otros serán otros….Parece más complejo de lo que se presenta.
Cuando él recae, el Ángel le ordena levantarse porque él “nació para sobrevivir”.  Aquí lo esperanzador es un tanto engañoso o al menos discutible: él sobrevivirá ¿y el resto?¿Una salida individual es una solución? ¿No sería mejor que fuera el último? ¿No sería más esperanzador?

En una guerra siempre “hay un último muerto, en la última batalla, en el último segundo, es triste pero alguien tiene cumplir ese papel”** Todos los muertos son lamentados, pero desde lo colectivo, ¿es mejor el primero o el último? Si me dieran a elegir preferiría ser el último. Y cuanto más pronto, mejor.

Marcelo López.                                                                                                                      
*En el genial libro “Johnny fue a la guerra”, Dalton Trumbo prologa el libro con una escalofriante cuenta de lo que se pierde en una guerra. Lo escrito aquí no es textual pero respeta el espíritu del citado prólogo.

** Concepto extraído de “Reportaje al pie del patíbulo” de Julius Fuciks.

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