María Luján Rey perdió a su hijo hace exactamente un año. Lucas viajaba en el tren que terminó impactando en un ingrato andén de Once que provocó 50 muertos. Su búsqueda duró dos días y demostró cabalmente la improvisación oficial existente a la hora de resolver tragedias de este tenor.
Finalmente, apareció el inerte cuerpito del chico en medio de un manojo de hierros retorcidos. Fue la inesperada víctima número 51.
El hecho terminó de conmocionar a la sociedad, la misma que aún no se había repuesto siquiera del incendio del boliche República Cromañón, sucedido a fines del año 2004.
Sin embargo, aún faltaba lo peor: el ingrato silencio oficial. Durante casi un año, Cristina Kirchner “ninguneó” a los familiares de las víctimas de la tragedia de Once. Apenas si habló ayer durante dos minutos a efectos de mandarles a estos “un abrazo solidario”. Demasiado poco para cubrir tanto dolor.
“Me llena de vergüenza ajena. Me parece que nos falta el respeto”, dijo María Luján luego de escuchar a la Presidenta. ¿Qué más puede decirse? ¿Cómo refutar tamaña verdad?
Lucas ya no está; tampoco las otras 50 víctimas del accidente. Solo hay 51 lugares vacíos en los senos de puntuales familias que ya jamás volverán a recomponerse.
Frente a ello, solo cabe una cosa: regalarles el más respetuoso silencio y acompañarlos desde el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario